El derecho de Bolivia al mar
Los chilenos están desesperados por no perder las aguas del Silala ni el gas boliviano. Si los bolivianos acuerdan exportar sus productos por el puerto de Ilo, los puertos de Iquique y Arica perderán millones de dólares ya que los chilenos viven de los exportadores bolivianos. Por eso tratan nuevamente, con falsas promesas, cuentos y fábulas, de ofrecer corredores y enclaves sin soberanía marítima. Otra vez Chile quiere estafar al pueblo boliviano.
Ojalá algún día se cumpla el sueño del Mariscal Santa Cruz, y por fin se unan como hermanos Perú y Bolivia, lo que las oligarquías del Siglo XIX no permitieron.
A Bolivia se le ha cercenado el territorio que era la válvula de su vida, pues hemos quedado completamente aislados del mar y con un carácter de tributarios de las naciones limítrofes. Así como el principio de la vida de familia tiene por condición el suelo y el territorio, análogamente para la industria el elemento que la anima es el mar. Todas las grandes naciones, las que hacen un esfuerzo para industrializarse, tienden al mar. Es categórico que en la era del comercio mundial ningún país puede conseguir autodeterminación sin intercambio con aquél, y ello solamente se logra en forma efectiva con puertos propios y soberanos en el mar.
Chile se hace la ilusión de que ha enterrado el derecho marítimo boliviano y de que sobre el mismo ha colocado la misma lápida que ha puesto sobre nuestros puertos y el río Lauca, cacareando a los cuatro vientos que “es un asunto zanjado para siempre y que nada debe, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un
PUERTO SOBERANO.
La invasión, depredación y actual dominio de nuestro Litoral por la fuerza militar y la violencia y coacción con la que nos obligó a firmar el injusto tratado de 1904, son inadmisibles e ilegítimos. La cancillería chilena dice que son “derechos de victoria”... ¿Llaman derechos al cohecho anglo-chileno? ¿Llaman victoria al asalto premeditado y agresión a un país indefenso?
Agresión de Abraham Köenig
El embajador de Chile en La Paz, el 13 de agosto de 1900, nos agredió con su célebre brulote sin parangón en los anales diplomáticos de América, manifestando: “El antiguo Litoral boliviano es y será para siempre de Chile, quien lo ha ocupado y se ha apoderado del mismo con el mismo título con que Alemania se anexó las provincias francesas de Alsacia y Lorena, con el mismo título con que los EEUU han tomado Puerto Rico. Nuestros “derechos” nacen de la fuerza bruta agresora y victoriosa, la ley suprema de las naciones. El litoral es rico y vale muchos millones; eso ya lo sabíamos; lo guardamos porque vale; que si no valiera no habría interés en su conservación. Chile no debe nada, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un puerto”.
Cada vez que llega un nuevo Cónsul chileno a presentar cartas credenciales a La Paz, la prensa boliviana le pregunta: ¿Qué piensa del pedido boliviano de un puerto?; y la respuesta agresiva no se hace esperar: “Bolivia puede tener todas las “aspiraciones” que quiera, pero no tiene ningún derecho al mar”.
Bolivia clama pronta reparación por el enclaustramiento al que ha sido sometida. Recuperar el mar será reencontrar el destino marítimo de nuestro Estado y salvarlo de caer en el engaño de un “corredor” inservible sin puerto propio ni soberano.
Justicia para Bolivia antes de integración
No se puede hablar de una unión de naciones sudamericanas (Unasur) si no se exige justicia para Bolivia y se deja de ignorar la iniquidad de haber enclaustrado a un pueblo hermano y entronizado en América, por la política corrupta a la que sólo apelan los pueblos sin justicia y que invocan a su favor las armas, la invasión y la usurpación. Con el Tratado de 1904 Chile ha usurpado territorios, a sabiendas, por el derecho internacional, de que ningún Estado puede imponer a otro la renuncia a perpetuidad de su territorio e independencia.
EL PACTO AMERICANO
celebrado en Washington en abril de 1890 ha establecido que: “la teoría de la conquista será repudiada por el Derecho Internacional Americano y no se reconoce y se considera nula toda cesión de territorio hecha bajo amenaza de guerra o en presencia de fuerza armada. La Nación que hubiere hecho tales cesiones, tendrá derecho a exigir su devolución”. Chile está impidiendo, por medio de arbitraria ocupación militar del Departamento del Litoral de Bolivia, el cumplimiento de este pacto.
La independencia de América Latina sólo podrá materializarse sobre la base de la integración continental en el campo económico, de modo que todos los Estados alcancen un nivel más o menos equilibrado, tal como está ocurriendo en la Comunidad Económica Europea. Para ello es imprescindible solucionar previamente la cuestión del puerto propio y soberano para Bolivia. Chile, culpable de nuestra clausura geográfica, tiene la llave del grillete de nuestra prisión que detiene nuestro progreso.
El Estado boliviano tiene que hacer valer su derecho marítimo en el campo diplomático. Sudamérica quiere el imperio de la paz y el desarrollo integrado, y por ello el problema pendiente con Chile se convierte automáticamente en multilateral.
La comunidad de naciones y los organismos internacionales especializados deben exigir a Chile la solución del enclaustramiento de Bolivia, sin dádivas geográficas como la faja ilusoria al norte de Arica, que es un espejismo. El corredor sin puerto soberano al norte de Arica es un presente ridículo comparado con la magnitud del territorio usurpado por Chile a Bolivia.
Lo que ha hecho Chile con Bolivia no tiene antecedentes en la historia mundial. Ningún Estado ha condenado a la asfixia perpetua a otro, como en el presente caso, cercenándole sus únicos vitales pulmones habilitados con gran sacrificio por los bolivianos durante sus primeros 50 años de vida republicana: Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla. Chile tiene la obligación moral, política y ética de restituir a Bolivia su acceso propio y soberano al mar, terminando con el funesto tutelaje que ha imperado hasta hoy.
En el tratado de 1904 que se le impuso a Bolivia se dice que Chile accede al dominio del Departamento del Litoral Boliviano, pero no es legítimo que esa letra sea en la práctica una condena al enclaustramiento perpetuo de un Estado que, como el boliviano, merece por derecho propio contar con sus vitales puertos SOBERANOS, con los que sustenta su DERECHO.
A cambio, Bolivia podría vender gas a Chile, como lo hemos decidido en el referéndum vinculante de 18 de julio de 2004, de utilizar el gas como recurso estratégico para el logro de una salida útil y soberana al océano Pacífico.
Los chilenos están desesperados por no perder las aguas del Silala ni el gas boliviano. Si los bolivianos acuerdan exportar sus productos por el puerto de Ilo, los puertos de Iquique y Arica perderán millones de dólares ya que los chilenos viven de los exportadores bolivianos. Por eso tratan nuevamente, con falsas promesas, cuentos y fábulas, de ofrecer corredores y enclaves sin soberanía marítima. Otra vez Chile quiere estafar al pueblo boliviano.
Ojalá algún día se cumpla el sueño del Mariscal Santa Cruz, y por fin se unan como hermanos Perú y Bolivia, lo que las oligarquías del Siglo XIX no permitieron.
A Bolivia se le ha cercenado el territorio que era la válvula de su vida, pues hemos quedado completamente aislados del mar y con un carácter de tributarios de las naciones limítrofes. Así como el principio de la vida de familia tiene por condición el suelo y el territorio, análogamente para la industria el elemento que la anima es el mar. Todas las grandes naciones, las que hacen un esfuerzo para industrializarse, tienden al mar. Es categórico que en la era del comercio mundial ningún país puede conseguir autodeterminación sin intercambio con aquél, y ello solamente se logra en forma efectiva con puertos propios y soberanos en el mar.
Chile se hace la ilusión de que ha enterrado el derecho marítimo boliviano y de que sobre el mismo ha colocado la misma lápida que ha puesto sobre nuestros puertos y el río Lauca, cacareando a los cuatro vientos que “es un asunto zanjado para siempre y que nada debe, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un
PUERTO SOBERANO.
La invasión, depredación y actual dominio de nuestro Litoral por la fuerza militar y la violencia y coacción con la que nos obligó a firmar el injusto tratado de 1904, son inadmisibles e ilegítimos. La cancillería chilena dice que son “derechos de victoria”... ¿Llaman derechos al cohecho anglo-chileno? ¿Llaman victoria al asalto premeditado y agresión a un país indefenso?
Agresión de Abraham Köenig
El embajador de Chile en La Paz, el 13 de agosto de 1900, nos agredió con su célebre brulote sin parangón en los anales diplomáticos de América, manifestando: “El antiguo Litoral boliviano es y será para siempre de Chile, quien lo ha ocupado y se ha apoderado del mismo con el mismo título con que Alemania se anexó las provincias francesas de Alsacia y Lorena, con el mismo título con que los EEUU han tomado Puerto Rico. Nuestros “derechos” nacen de la fuerza bruta agresora y victoriosa, la ley suprema de las naciones. El litoral es rico y vale muchos millones; eso ya lo sabíamos; lo guardamos porque vale; que si no valiera no habría interés en su conservación. Chile no debe nada, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un puerto”.
Cada vez que llega un nuevo Cónsul chileno a presentar cartas credenciales a La Paz, la prensa boliviana le pregunta: ¿Qué piensa del pedido boliviano de un puerto?; y la respuesta agresiva no se hace esperar: “Bolivia puede tener todas las “aspiraciones” que quiera, pero no tiene ningún derecho al mar”.
Bolivia clama pronta reparación por el enclaustramiento al que ha sido sometida. Recuperar el mar será reencontrar el destino marítimo de nuestro Estado y salvarlo de caer en el engaño de un “corredor” inservible sin puerto propio ni soberano.
Justicia para Bolivia antes de integración
No se puede hablar de una unión de naciones sudamericanas (Unasur) si no se exige justicia para Bolivia y se deja de ignorar la iniquidad de haber enclaustrado a un pueblo hermano y entronizado en América, por la política corrupta a la que sólo apelan los pueblos sin justicia y que invocan a su favor las armas, la invasión y la usurpación. Con el Tratado de 1904 Chile ha usurpado territorios, a sabiendas, por el derecho internacional, de que ningún Estado puede imponer a otro la renuncia a perpetuidad de su territorio e independencia.
EL PACTO AMERICANO
celebrado en Washington en abril de 1890 ha establecido que: “la teoría de la conquista será repudiada por el Derecho Internacional Americano y no se reconoce y se considera nula toda cesión de territorio hecha bajo amenaza de guerra o en presencia de fuerza armada. La Nación que hubiere hecho tales cesiones, tendrá derecho a exigir su devolución”. Chile está impidiendo, por medio de arbitraria ocupación militar del Departamento del Litoral de Bolivia, el cumplimiento de este pacto.
La independencia de América Latina sólo podrá materializarse sobre la base de la integración continental en el campo económico, de modo que todos los Estados alcancen un nivel más o menos equilibrado, tal como está ocurriendo en la Comunidad Económica Europea. Para ello es imprescindible solucionar previamente la cuestión del puerto propio y soberano para Bolivia. Chile, culpable de nuestra clausura geográfica, tiene la llave del grillete de nuestra prisión que detiene nuestro progreso.
El Estado boliviano tiene que hacer valer su derecho marítimo en el campo diplomático. Sudamérica quiere el imperio de la paz y el desarrollo integrado, y por ello el problema pendiente con Chile se convierte automáticamente en multilateral.
La comunidad de naciones y los organismos internacionales especializados deben exigir a Chile la solución del enclaustramiento de Bolivia, sin dádivas geográficas como la faja ilusoria al norte de Arica, que es un espejismo. El corredor sin puerto soberano al norte de Arica es un presente ridículo comparado con la magnitud del territorio usurpado por Chile a Bolivia.
Lo que ha hecho Chile con Bolivia no tiene antecedentes en la historia mundial. Ningún Estado ha condenado a la asfixia perpetua a otro, como en el presente caso, cercenándole sus únicos vitales pulmones habilitados con gran sacrificio por los bolivianos durante sus primeros 50 años de vida republicana: Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla. Chile tiene la obligación moral, política y ética de restituir a Bolivia su acceso propio y soberano al mar, terminando con el funesto tutelaje que ha imperado hasta hoy.
En el tratado de 1904 que se le impuso a Bolivia se dice que Chile accede al dominio del Departamento del Litoral Boliviano, pero no es legítimo que esa letra sea en la práctica una condena al enclaustramiento perpetuo de un Estado que, como el boliviano, merece por derecho propio contar con sus vitales puertos SOBERANOS, con los que sustenta su DERECHO.
A cambio, Bolivia podría vender gas a Chile, como lo hemos decidido en el referéndum vinculante de 18 de julio de 2004, de utilizar el gas como recurso estratégico para el logro de una salida útil y soberana al océano Pacífico.
4 comentarios:
El autor de este patriótico artículo "EL DERECHO DE BOLIVIA AL MAR" es Jorge Edgar Zambrana Jiménez, Ingeniero Civil de Bolivia y Analista de Historia.
El derecho de Bolivia de una salida soberana al mar no tiene por que utilizarce los recursos naturales bolivianos como anzuelo para llegar a un acercamiento con los representantes chilenos.
Las autoridades bolivianas deben encargarse de preparar un equipo juridico e historico especializado juntamente con otros multidiciplinarios tecnicos para demandar al Estado chileno ante tribunales internacionales nuestra demanda historica de salida al mar.
Excelente, el autor deja de lado las absurdas posturas "practicistas" que caían en el juego chileno de la ilusoria salida por Arica. Bolivia merece la devolución de lo que le robaron.
Excelente comentario, se deja de lado las absurdas posturas practicistas de la salida por Arica. Bolivia debe recuperar lo que le robaron
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