lunes, 28 de febrero de 2011

Indigna propuesta de trueque de agua dulce por mar

Indigna propuesta de trueque de agua dulce por mar

Rodolfo Becerra de la Roca

El pasado domingo en una nota anterior hemos protestado contra opiniones de trueque de gas por mar, formuladas por dos diputados. Pero he aquí que inmediatamente después, un amigo, analista de historia, nos hace llegar una propuesta inaudita de “Agua dulce por agua salada”, que está navegando en Internet, esta vez con la firma de un Senador de la República, más indigna que las criticadas.



Desde luego que todos tenemos libertad de emitir nuestras opiniones, pero éstas cuando salen del marco de la sensatez y el decoro, cuando del modo más descarado lanzan desvaríos que hieren la razón y la cordura, alteran el sereno discernimiento.



Los 13 puntos de la peregrina tesis de agua dulce por agua salada, las impugnamos:



1.- Si Chile sigue al pie de la letra una política de Estado, de no ceder ni un milímetro de su territorio, Bolivia debe formular igual política de Estado para demandar sus derechos que no han sido consolidados por tratados, porque no hay guerra internacional que otorgue derechos.



2.- Sepa el senador que el enclaustramiento de Bolivia no es solamente resultado del Tratado de 1904, sino de varias apropiaciones indebidas, amén de que este tratado es susceptible de nulidad y/o de revisión por lo menos. Sería ilustrativo que se lea nuestros alegatos dominicales anteriores en EL DIARIO.



3.- ¡Si Chile debe toda su prosperidad y solidez económica a los recursos arrebatados de nuestro Departamento Litoral, no hay razón que justifique que Bolivia siga sacrificando otros recursos adicionales a favor del depredador de ayer!



4.- Aquí se refiere a que Chile suma intereses vitales para su subsistencia futura en: 1° Consolidar los corredores bioceánicos a través de territorio boliviano que le posibiliten llegar con sus productos al Brasil, Paraguay y Uruguay y a ultramar a través del Río de la Plata y Atlántico. 2° Necesita agua dulce a futuro y tiene puestos sus ojos por decisión geopolítica en la cuenca central y lacustre entre nuestras dos cordilleras.



O sea, según el senador, Bolivia debe seguir siendo el tonto útil que debe contribuir a la expansión económica chilena y resolver sus carencias de agua dulce. Nosotros nos oponemos a ambas pretensiones: NO al corredor bioceánico para Chile y nuestras aguas del altiplano y cordilleras deben servir para el desarrollo del país, para convertir nuestro altiplano en un vergel productivo.



5.- Bolivia no debe otorgar a Chile ninguna facilidad para acceder al agua dulce de la cuenca central y lacustre del altiplano boliviano.



6.- En diferentes momentos históricos Chile siempre ha manejado fórmulas distraccionistas que han sido otras tantas burlas a la solución a nuestro enclaustramiento.



7.- Hemos repetido varias veces que Bolivia no tiene “aspiraciones” para “recuperar una salida a nuestro mar”, tiene DERECHOS para recuperar soberanía marítima y, para ello, hemos lanzado la doctrina de oponer la coraza de la verdad, la justicia y el derecho contra la fuerza.



8.- Las bases de la reiniciación de las negociaciones iniciadas en Charaña son inaceptables, fueron una burla en su forma y en el fondo de la propuesta. El callejón al norte de Arica es impracticable y no lo hace factible ni un supuesto acuerdo del Perú.



9.- La solución del diferendo peruano - chileno por el límite del mar territorial, en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, no sólo interesa a estos dos países. Será muy importante para Bolivia si es favorable al Perú, como que en justicia corresponde que sea así, porque su demanda es justa y en este sentido, servirá de antecedente para confiar en la justicia internacional.



10.- Las ponencias de generales chilenos, por más influencia que éstos tengan, no serán convenientes para Bolivia, porque éstos actúan en el marco de su geopolítica que siempre será contraria a nosotros.



11.- La urgencia de Chile de agua dulce para satisfacer sus necesidades básicas, no justifica trocarla con un “acceso soberano al océano Pacífico para dar solución a nuestro enclaustramiento”, porque nuestro DERECHO es cristalino y no está sujeto a ninguna condición, menos a compensación de alguna clase. Por lo tanto “agua dulce por agua salada” es una fórmula traidora.



12.- En este punto, el que formula tan entreguista tesis que dice ser “franco con su pueblo”, cree que “es la primera vez en nuestra historia común que los intereses de nuestros pueblos no se cruzan”. Qué ingenuidad. Nosotros que estudiamos la historia de esta relación, no confiamos en la sinceridad chilena, menos en esa ilusoria confianza mutua. La Agenda de los 13 puntos es una trampa de la astucia de Chile para su beneficio; pues, estudiando concienzudamente esta Agenda, ningún punto es favorable a Bolivia, como se ha demostrado en otras notas.



13.- Finaliza el documento recomendando “aceptar la posibilidad de buscar dar solución a nuestro enclaustramiento marítimo a través de la tesis de Charaña, por considerarla apropiada, ya que al contener la posibilidad del trueque territorial nos pone en una situación de honor, dignidad y no afectaría a la soberanía de ninguno de los dos estados, mas al contrario nos enaltecería, porque estaríamos comprando nuestro acceso soberano al océano Pacífico.”



Esta conclusión de la propuesta lastima la honra del pueblo de Bolivia; porque la tesis de Charaña únicamente favorece a Chile, que de un modo inoperante para Bolivia resolverá su problema pendiente, con el añadido inaceptable de trueque territorial (y de agua dulce) que afecta precisamente nuestro honor y dignidad y compromete la soberanía del Estado envileciéndonos, porque no podemos comprar nuestro acceso al océano Pacífico, teniendo derechos reivindicatorios inobjetables.



lunes, 21 de febrero de 2011

¿somos estúpidos?

Gas por mar, ¿somos estúpidos?



Ya en esa hermosa proclama de la Junta Tuitiva de 1809 se protestaba contra ese “silencio bastante parecido a la estupidez” de los altoperuanos sobre la pasividad con que se sometieron a la opresión colonial. Y esta conducta se ha observado a lo largo de más de un siglo en las relaciones con Chile, país al que por un sino infortunado y siniestro incomprensible, los gobiernos, las cancillerías y la pseudo burguesía de Bolivia se han supeditado invariablemente. 

Anteriormente el Gobierno boliviano resolvió rebajar el derecho marítimo a cambiar el mar con el energético, ¡como si tal cosa! Recientemente vuelven con el tema, esta vez salido del magín de dos diputados, pues uno de ellos ha manifestado que no se debe descartar debatir la opción de “gas por mar para cumplir la demanda centenaria entre Bolivia y Chile”, otro habló sobre “la posibilidad de incluir el tema de hidrocarburos como estrategia ante las autoridades chilenas” (EL DIARIO de 8/2/11) 

¿Por qué surgen estas conductas tan insensatas que no concuerdan con la dignidad de un pueblo, menos con la verdad histórica y jurídica del derecho que nos asiste? ¿Es que Bolivia está pidiendo una limosna marítima? ¿Hasta cuándo nuestros gobernantes no van a entender que Bolivia tiene derechos irrenunciables y que los derechos no se sujetan a trueque ni a otro género de compensaciones? 

Desde tiempo atrás estamos ilustrando objetivamente en las páginas de EL DIARIO, generalmente en domingo, sobre la realidad de los problemas surgidos de la invasión de 1879 y del subsiguiente Tratado de 1904; porque los bolivianos habíamos descuidado irresponsablemente, tanto tiempo, el estudio, la investigación y el conocimiento a fondo de la naturaleza jurídica, los alcances, realidades, emergencias y trascendencia de estos hechos tan infaustos para Bolivia. 

Después de haber evidenciado -a través de nuestro estudio- que por el atraco de 1879, de la mal llamada “Guerra del Pacífico”, quedaron en poder de Chile territorios bolivianos por varias causas: a) Una unilateral resolución del Tratado de 1874 seguida de una ilegítima reivindicación de todo un paralelo geográfico. b) Apropiación de territorios no cedidos por ningún título, en el arco del río Loa y a lo largo de la frontera actual, todos sujetos a perfecto derecho de reivindicación de Bolivia. c) Por aquel malhadado Tratado de 20 de octubre de 1904 del que penden causas de nulidad y revisión inobjetables, que tienen aparejados otros bienes patrimoniales, amén del mar e islas no transferidas. 

Entonces, no hay razón para que Bolivia espere la devolución de lo que fue suyo como una dádiva o como concesión graciosa de parte de Chile. 

Debe demandar la reivindicación de mar y territorio sin condicionamientos ni compensaciones de ningún genero, porque el derecho de reivindicación de Bolivia es cristalino, lo que le permite plantear una demanda precisa y contundente que, desde luego, no es el callejón al norte de Arica, que es la solución inaceptable, la menos conveniente ante la magnitud de lo que puede pedir la víctima de tanto despojo. 

Bolivia debe pedir territorio y puerto soberanos al margen de toda otra consideración, como una cuestión especial y específica y no, como al presente, dentro de un paquete de 13 puntos. Porque su especialidad y trascendencia no puede estar mezclada con otras cuestiones de menor importancia. Gravísimo error estratégico y de concepto, otro ardid con el que fue enredada nuestra Cancillería. 

Otra equivocación está en la falta de altivez en el tratamiento del problema. Parece que nuestros gobiernos le tuvieran miedo al poderoso invasor de otrora, que puede estar armado hasta los dientes, como lo está, pero la verdad es superior a la fuerza, porque tenemos un reclamo patrimonial legítimo, tenemos una demanda de reparación de un derecho ultrajado. No obstante, el vecino cree que el Gobierno de Bolivia no puede sugerir, no puede pedir algo que altere la soberbia chilena, como el reciente pedido de nuestro Presidente de que haga conocer su planteamiento hasta el 23 de marzo, cuando Bolivia, dadas las circunstancias de los despojos, está en posición de exigir. 

No pedimos a Chile que nos cedan ni un centímetro de su territorio, el pueblo boliviano clama la devolución justa de lo mal habido. No pedimos ni una gota de mar ajeno, sino la recuperación de lo que nunca transferimos en ningún pacto ni contrato. 

Vergüenza debe provocar a quienes, por ignorancia de la verdad histórica y jurídica, quieran trocar mar por recursos naturales. Vergüenza debe dar a quienes pretenden obtener mar con mayores enajenaciones territoriales satisfaciendo la creciente codicia del usurpador de siempre. 

Bolivianos, nuestro derecho a la recuperación de territorio marítimo está libre de toda compensación, de todo canje, de toda gracia, porque nuestro legítimo derecho nace de la verdad, de la justicia y del derecho.

lunes, 14 de febrero de 2011

EL DERECHO DE BOLIVIA AL MAR

El derecho de Bolivia al mar


Los chilenos están desesperados por no perder las aguas del Silala ni el gas boliviano. Si los bolivianos acuerdan exportar sus productos por el puerto de Ilo, los puertos de Iquique y Arica perderán millones de dólares ya que los chilenos viven de los exportadores bolivianos. Por eso tratan nuevamente, con falsas promesas, cuentos y fábulas, de ofrecer corredores y enclaves sin soberanía marítima. Otra vez Chile quiere estafar al pueblo boliviano.
Ojalá algún día se cumpla el sueño del Mariscal Santa Cruz, y por fin se unan como hermanos Perú y Bolivia, lo que las oligarquías del Siglo XIX no permitieron.
A Bolivia se le ha cercenado el territorio que era la válvula de su vida, pues hemos quedado completamente aislados del mar y con un carácter de tributarios de las naciones limítrofes. Así como el principio de la vida de familia tiene por condición el suelo y el territorio, análogamente para la industria el elemento que la anima es el mar. Todas las grandes naciones, las que hacen un esfuerzo para industrializarse, tienden al mar. Es categórico que en la era del comercio mundial ningún país puede conseguir autodeterminación sin intercambio con aquél, y ello solamente se logra en forma efectiva con puertos propios y soberanos en el mar.
Chile se hace la ilusión de que ha enterrado el derecho marítimo boliviano y de que sobre el mismo ha colocado la misma lápida que ha puesto sobre nuestros puertos y el río Lauca, cacareando a los cuatro vientos que “es un asunto zanjado para siempre y que nada debe, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un


PUERTO SOBERANO.

La invasión, depredación y actual dominio de nuestro Litoral por la fuerza militar y la violencia y coacción con la que nos obligó a firmar el injusto tratado de 1904, son inadmisibles e ilegítimos. La cancillería chilena dice que son “derechos de victoria”... ¿Llaman derechos al cohecho anglo-chileno? ¿Llaman victoria al asalto premeditado y agresión a un país indefenso?

Agresión de Abraham Köenig

El embajador de Chile en La Paz, el 13 de agosto de 1900, nos agredió con su célebre brulote sin parangón en los anales diplomáticos de América, manifestando: “El antiguo Litoral boliviano es y será para siempre de Chile, quien lo ha ocupado y se ha apoderado del mismo con el mismo título con que Alemania se anexó las provincias francesas de Alsacia y Lorena, con el mismo título con que los EEUU han tomado Puerto Rico. Nuestros “derechos” nacen de la fuerza bruta agresora y victoriosa, la ley suprema de las naciones. El litoral es rico y vale muchos millones; eso ya lo sabíamos; lo guardamos porque vale; que si no valiera no habría interés en su conservación. Chile no debe nada, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un puerto”.
Cada vez que llega un nuevo Cónsul chileno a presentar cartas credenciales a La Paz, la prensa boliviana le pregunta: ¿Qué piensa del pedido boliviano de un puerto?; y la respuesta agresiva no se hace esperar: “Bolivia puede tener todas las “aspiraciones” que quiera, pero no tiene ningún derecho al mar”.
Bolivia clama pronta reparación por el enclaustramiento al que ha sido sometida. Recuperar el mar será reencontrar el destino marítimo de nuestro Estado y salvarlo de caer en el engaño de un “corredor” inservible sin puerto propio ni soberano.

Justicia para Bolivia antes de integración

No se puede hablar de una unión de naciones sudamericanas (Unasur) si no se exige justicia para Bolivia y se deja de ignorar la iniquidad de haber enclaustrado a un pueblo hermano y entronizado en América, por la política corrupta a la que sólo apelan los pueblos sin justicia y que invocan a su favor las armas, la invasión y la usurpación. Con el Tratado de 1904 Chile ha usurpado territorios, a sabiendas, por el derecho internacional, de que ningún Estado puede imponer a otro la renuncia a perpetuidad de su territorio e independencia.


EL PACTO AMERICANO

celebrado en Washington en abril de 1890 ha establecido que: “la teoría de la conquista será repudiada por el Derecho Internacional Americano y no se reconoce y se considera nula toda cesión de territorio hecha bajo amenaza de guerra o en presencia de fuerza armada. La Nación que hubiere hecho tales cesiones, tendrá derecho a exigir su devolución”. Chile está impidiendo, por medio de arbitraria ocupación militar del Departamento del Litoral de Bolivia, el cumplimiento de este pacto.
La independencia de América Latina sólo podrá materializarse sobre la base de la integración continental en el campo económico, de modo que todos los Estados alcancen un nivel más o menos equilibrado, tal como está ocurriendo en la Comunidad Económica Europea. Para ello es imprescindible solucionar previamente la cuestión del puerto propio y soberano para Bolivia. Chile, culpable de nuestra clausura geográfica, tiene la llave del grillete de nuestra prisión que detiene nuestro progreso.
El Estado boliviano tiene que hacer valer su derecho marítimo en el campo diplomático. Sudamérica quiere el imperio de la paz y el desarrollo integrado, y por ello el problema pendiente con Chile se convierte automáticamente en multilateral.
La comunidad de naciones y los organismos internacionales especializados deben exigir a Chile la solución del enclaustramiento de Bolivia, sin dádivas geográficas como la faja ilusoria al norte de Arica, que es un espejismo. El corredor sin puerto soberano al norte de Arica es un presente ridículo comparado con la magnitud del territorio usurpado por Chile a Bolivia.
Lo que ha hecho Chile con Bolivia no tiene antecedentes en la historia mundial. Ningún Estado ha condenado a la asfixia perpetua a otro, como en el presente caso, cercenándole sus únicos vitales pulmones habilitados con gran sacrificio por los bolivianos durante sus primeros 50 años de vida republicana: Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla. Chile tiene la obligación moral, política y ética de restituir a Bolivia su acceso propio y soberano al mar, terminando con el funesto tutelaje que ha imperado hasta hoy.
En el tratado de 1904 que se le impuso a Bolivia se dice que Chile accede al dominio del Departamento del Litoral Boliviano, pero no es legítimo que esa letra sea en la práctica una condena al enclaustramiento perpetuo de un Estado que, como el boliviano, merece por derecho propio contar con sus vitales puertos SOBERANOS, con los que sustenta su DERECHO.
A cambio, Bolivia podría vender gas a Chile, como lo hemos decidido en el referéndum vinculante de 18 de julio de 2004, de utilizar el gas como recurso estratégico para el logro de una salida útil y soberana al océano Pacífico.

jueves, 10 de febrero de 2011

El presidente Piñera y la salida de Bolivia al mar

Sociedad Boliviana de Estudios Históricos

El presidente Piñera y la salida de Bolivia al mar

Abraham Köenig, mentor del ultimátum de guerra que le fue entregado al canciller de Bolivia, Eliodoro Villazón, emplazó al Gobierno liberal de J.M. Pando a entregarle el mar boliviano mediante un tratado a suscribirse o enfrentar, en caso de resistencia, la reanudación de la guerra. En respuesta a este ucase el canciller Villazón, por toda aceptación, le pedía a Köenig, inconcebiblemente, reservarle en el tratado a firmarse un puerto de salida al mar como única condición de la aceptación boliviana del ultimátum. Explicándole al Gobierno boliviano la imposibilidad de atender a Bolivia en su petición de reservarle un puerto en el norte de Chile, Köenig le hizo conocer al canciller Villazón su excusa con esta disculpa: “Al norte de Arica no hay puerto, ni siquiera una caleta mediana; desde Arica hasta Sama la costa es brava y casi inabordable”. “Al norte de Arica la vista se pierde siguiendo las sinuosidades de una costa inhospitalaria”. “....en conclusión, se impone la fuerza, Chile no acepta la cesión”.

El presidente Piñera conocía dicho antecedente, tal vez lo olvidó muy a propósito para reincidir en la misma postura de Köenig, al declarar recientemente que su opinión es negociar con Bolivia sobre la base de una salida al mar por el norte de Chile, sobre la frontera del Perú. Maliciosamente o no, al adelantar una propuesta de solución al pedido boliviano de obtener una salida al mar ha incurrido nuevamente en burla contra los justos derechos que tenemos para recuperar soberanía marítima. Ofrecerle a Bolivia una “faja territorial” de 10 kilómetros de ancho, en una región inhóspita, “falto de seguridad y abrigo”, no constituye un principio serio de entendimiento sino de consumación de una humillación a la dignidad boliviana. Una estrecha franja de territorio situada entre las extensas costas de Chile y Perú, no toca ni por asomo al desenclaustramiento de Bolivia, que es la esencia del arreglo pedido.

Al contrario, la negación a dicha petición empeoraría la situación precaria de Bolivia, ilimitadamente, hasta llegar a un punto histórico de inanición nacional porque Chile está trabajando para llegar a ese momento. El error de Bolivia es sentirse desamparada por la comunidad de naciones y la ley internacional y soñar con llegar a un acuerdo a nivel político con Chile, de Estado a Estado, sabiendo que este país agresor lo está sumiendo con su dominio implacable bajo el despotismo de un régimen colonial, cuando el problema del “tratado” es una cuestión esencialmente jurídica y no de dominación. Chile ha invadido el territorio nacional con su ejército y se ha apoderado del mar por la fuerza.

El “Tratado chileno de dominio” es la imagen exacta de los fines perseguidos por la invasión y la guerra, la imposición de su dominio político y la implantación de feroces castigos como el enclaustramiento que reduce su status a una situación de paria internacional. Pero Chile no ha de festejar para siempre su victoria actual sobre Bolivia. A la luz de la historia real, el país vecino no ha adquirido ningún derecho definitivo de propiedad del mar con el “tratado”. Conoce la comunidad internacional de naciones que Bolivia nunca le ha transferido a Chile sus legítimos derechos al mar y nunca ha renunciado a su soberanía marítima.

El agresor, empecinado, no quiere entender que con el “Tratado de dominio” no puede en derecho obtener de Bolivia ninguna cesión territorial o transferencia de derechos de propiedad del mar boliviano. Para resolver esta situación anómala creada por Chile, se pretende sustituir el “derecho” por el “dominio” de las armas; existe el derecho civil internacional y la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Hasta ahora, Bolivia no ha recurrido a la justicia internacional, pero debe hacerlo y obligar a Chile a respetar el orden internacional vigente entre los Estados democráticos y un procedimiento civil que norme, legalmente, las relaciones entre los Estados, conforme a derecho, para no fiarse de los “acercamientos” rapaces y de las mentidas “confianzas mutuas” aparentes. A más de un siglo de las patrañas ya conocidas, como son los falsos “diálogos”, se sigue sonsacando los derechos de Bolivia debilitados por el Tratado de Guerra.

Después de haberse firmado el “Tratado de Paz y Amistad”, Bolivia no ha dejado de ser víctima de más despojos y agresiones, instigados por las triquiñuelas del “tratado” opresor chileno. Hoy continúan las asechanzas geopolíticas sobre las materias primas bolivianas inventariadas por Chile en la Agenda sin exclusiones del año 2006, como gas, agua, petróleo, minerales, etc., como se ve en la Agenda de la penetración expansionista chilena sobre las riquezas naturales de la nación.

La “salida” de Bolivia de su actual prisión, al mar, por una inhóspita “faja” de territorio a trabajarse en el norte chileno, nunca dejaría de ser otra cosa que una ventana de salida a un mar ajeno y a una costa “inhospitalaria”, convirtiendo a Bolivia en tierra interior de Chile. ¿Qué haría Bolivia con una costa de 10 Km. de ancho en una región “bravía, feroz, indómita, salvaje”? Bolivia acabaría sus últimos días de aislamiento en un lugar de confinamiento de la región costera desértica de Chile, país que, por amarga ironía, ha sido dotado por Bolivia de varias carreteras dirigidas hacia los puertos que nos ha usurpado, de dos ferrocarriles al servicio de sus intereses y de un paraíso del masivo negocio negro moviéndose en gigantescas caravanas hacia los puertos secos del contrabando.

Bolivia, en el siglo anterior, está en la historia, ha sido derrotada por una invasión largamente preparada para rendirla y ha sido sometida a un régimen de dominio colonial por la traición liberal que aceptó el “tratado” chileno. Sin embargo, de tan infaustas catástrofes sufridas, Bolivia se mantiene hoy en pie, altiva, a pesar de tener amputado el Departamento del Litoral y usurpado el mar invadido, sus ríos despojados, privada de soberanía marítima, enclaustrada por el dominio absoluto y perpetuo del “tratado” chileno, esquilmada por el libre tránsito impuesto a perpetuidad y sometida su economía a un régimen tributario. Esta “salida” de Bolivia de su cautiverio actual al mar universal, sería permitida por Chile sólo para exportar minerales.

Esta receta prescrita por el presidente Piñera a la nación, retrotraería a Bolivia al antiguo status de colonia española y a la minería de enclave de Potosí para trasplantarla en nuestros días al país en aplicación del dominio chileno. Este es el destino de Bolivia por el que trabajará el actual Gobierno del presidente Piñera, cuando para asombro de todos los pueblos, en forma abierta se niega soberanía a la “salida” de Bolivia al mar, en ejercicio de un dominio que no puede ser más que colonial, implantado sobre Bolivia con el “tratado” de 1904, rotulado por Ismael Montes y Germán Riesco, presidentes de Bolivia y Chile, con el membrete humorístico de un “Tratado de Paz y Amistad” inexistente.